domingo, 29 de julio de 2018

EL COMIENZO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y EL PAPEL DE LOS MOVIMIENTOS OBREROS REVOLUCIONARIOS.

La Primera Guerra Mundial combina elementos de las guerras “clásicas” pero cada vez más junto a métodos propios de las guerras civiles o de las guerras coloniales, por lo que se generalizan los llamados “crímenes de guerra”...
La Primera Guerra Mundial combina elementos de las guerras “clásicas” pero cada vez más junto a métodos propios de las guerras civiles o de las guerras coloniales, por lo que se generalizan los llamados “crímenes de guerra”...

EL COMIENZO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y EL PAPEL DE LOS MOVIMIENTOS OBREROS REVOLUCIONARIOS.

EL 28 DE JULIO DE 1914, CON LA DECLARACIÓN DE GUERRA DEL IMPERIO AUSTRO-HÚNGARO A SERBIA, SE INICIABA LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.[1]

¿El motivo? Todavía es común encontrar la explicación de que se debió al asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero al trono del imperio, a mano de un terrorista serbio en Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina, ocurrido un mes antes. Este tipo de relatos buscan que la historia sea incomprensible para las grandes masas, remplazando las causas profundas de los grandes hechos históricos por un simple juego de “grandes personalidades”.

La verdad es que para ese entonces ya hacía por lo menos 25 años que las grandes potencias europeas se habían estado armando hasta los dientes, compitiendo entre sí. En un caso para patear el tablero del statu quo mundial e imponerse como poder hegemónico y así conquistar colonias y áreas de influencia, como pasaba con el Imperio Alemán, que utilizaba a su aliado Austria-Hungría, un imperio en decadencia y subordinado a Berlín. Pero esto solo podía lograrse a expensas del imperio en ese momento dominante, Gran Bretaña, que también tenía sus propios aliados subordinados, como Francia. El área geográfica de disputa inmediata entre todas las potencias era los Balcanes, el territorio que había estado dominado hasta poco tiempo antes por el Imperio Turco, que se fue hundiendo y desmembrando, y el sector de Europa Oriental que estaba bajo la bota del Imperio Ruso, también en acelerada decadencia luego de la revolución de 1905.


LAS CAUSAS PROFUNDAS

El asesinato del archiduque no fue más que una excusa. Alemania y Austria-Hungría simplemente eligieron el momento más conveniente, en el que estaban en su mejor capacidad militar como para afrontar una guerra europea que para ellas se volvía una necesidad, y le impusieron a Serbia (en el centro de la zona en disputa, recientemente liberada de Turquía, ligada a Rusia y por su intermedio a Gran Bretaña y Francia) un ultimátum imposible de cumplir para desatar sí o sí el conflicto. Estas potencias, apoyándose en su gran desarrollo tecnológico-militar, pero con la desventaja de su situación geográfica enfrentando enemigos en dos frentes distintos, necesitaban una victoria rápida y fulminante. Pero, por el contrario, por tratarse de una guerra entre grandes potencias con intereses, colonias y aliados a lo largo del planeta, se terminó transformando en mundial. A pesar de que las dos grandes alianzas de potencias intentaron justificar la participación en el conflicto como una supuesta “guerra de liberación” contra la potencia enemiga a la que se presentaba como “despótica”, hay que decir que claramente no se trató de un conflicto por ningún tipo de ideales de “libertad” ni “progreso”, sino una guerra entre potencias imperialistas que se disputaban el dominio mundial y repartirse colonias y áreas de influencia.


NUEVO TIPO DE GUERRA

Este conflicto también marcó un antes y un después en la propia historia de la guerra en general. En la memoria de las masas y de la opinión pública de entonces, todavía predominaba el modelo de las “guerras clásicas”. Es decir, conflictos entre Estados que se libraban entre ejércitos de militares profesionales, en teatros de guerra delimitados y sometidos a ciertos límites o regulaciones.

Sin embargo, entre 1870 y 1914 se desarrolla una creciente carrera armamentística y un avance inédito de la tecnología militar. Paralelamente a este desarrollo masivo de la capacidad destructiva, en la mayoría de los ejércitos europeos se implanta la conscripción obligatoria, incorporando al servicio, junto a militares de profesión, a grandes sectores de trabajadores y campesinos de la población civil. Durante esos años se producen mayoritariamente guerras de conquista por fuera de Europa, entre potencias imperiales y los pueblos coloniales en Asia y África, donde las primeras llevan a cabo una “guerra total” que no le reconoce estatus alguno de “enemigo legítimo” a los segundos, atacando masivamente a las poblaciones civiles y produciendo brutales genocidios, implantando el terror. Todos estos elementos, especialmente este último, se volcarían ahora, ya no a una guerra contra pueblos considerados “atrasados” o “inferiores”, sino dentro del seno mismo de lo que se consideraba “la civilización occidental”: la propia Europa.

La Primera Guerra Mundial irá terminando con la movilidad más característica de las guerras clásicas e irá incorporando la estática y desgastante guerra de trincheras, donde se destruyen en grandes cantidades en forma acumulativa recursos humanos, tecnológicos y económicos, solamente en muchos casos para avanzar unos pocos kilómetros de terreno –como la Batalla de Verdún–, que se prolongó por 10 meses, con 300 mil muertos y un millón de heridos. Para avanzar superando las trincheras se crean los tanques, los aviones de bombardeo y se emplean por primera vez las armas químicas y los gases venenosos. El resultado en costos humanos será de 10 millones de muertos, 8 millones de desaparecidos y 21 millones de heridos. Es decir, la Primera Guerra Mundial combina elementos de las guerras “clásicas” pero cada vez más junto a métodos propios de las guerras civiles o de las guerras coloniales, por lo que se generalizan los llamados “crímenes de guerra”. Todo esto, no obstante, se repetirá aún en mayor escala y con mayor brutalidad en la Segunda Guerra Mundial, donde estos métodos y el terror de las masacres de civiles que inaugura 1914 (el más paradigmático es el genocidio armenio a manos de Turquía, del que se está cumpliendo un siglo) se transformarán en una verdadera industria del asesinato en masa y donde la cifra de muertos se multiplicará aproximadamente por 7.


EL MOVIMIENTO OBRERO

Durante todo el período previo a 1914 se desarrolló fuertemente el movimiento obrero y socialista. La Segunda Internacional fundada por Friedrich Engels luchaba contra el militarismo, y su acción en varias oportunidades logró evitar el peligro de una guerra europea. La burguesía imperialista estaba en la disyuntiva que, por un lado, la guerra era una necesidad, ya sea para mantener o para mejorar la posición de su propio Estado nacional frente a los demás; pero por el otro lado, podía abrir una caja de Pandora, donde el internacionalismo y la agitación antimilitarista de la clase obrera socialista podía terminar desencadenando la revolución.

Por esta razón, durante este período se ocupa, mediante concesiones, reformas y la corrupción lisa y llana de una parte de los dirigentes sindicales e impulsando el patriotismo de la clase media y de la nueva aristocracia obrera, de ir mellando el filo revolucionario y el internacionalismo de los partidos socialistas, y de ir atando cada vez más la suerte de las organizaciones de los trabajadores, sus conquistas y sus aparatos y recursos, a la suerte de cada Estado capitalista nacional.

Como resultado de esto, cuando llegó el momento decisivo de oponerse a la guerra mundial declarada, la mayoría de los dirigentes de los partidos socialistas y de los sindicatos, muy por el contrario, traicionó sus promesas y apoyó al gobierno de su respectivo Estado nacional, votando los créditos de guerra, como pasó con particular notoriedad en los dos países con los partidos más importantes: Alemania (4 de agosto de 1914) y Francia (...)

Los disparos de Gavrilo Princip que acabaron con la vida del archiduque Francisco Fernando el 28 de junio de 1914 iban a variar muchas cosas. No solo iba a ser el pistoletazo de salida para una de las guerras más crueles de la historia (algo que las crisis balcánicas y del norte de África ya apuntaba), donde se conjugó los modelos de guerra tradicional hasta entonces (el cuerpo a cuerpo) con una guerra de posiciones y desgaste con material bélico sofisticado, el inicio de la guerra aérea y de la guerra química. La Primera Guerra Mundial también significó un profundo debate en el seno del movimiento obrero internacional y, como no, en el anarquismo. Una encrucijada en la que se vio el movimiento obrero del que iba a salir con otra fisionomía.

El socialismo internacional, salvo excepciones, se posicionó con sus respectivos países durante el conflicto. La socialdemocracia alemana que tenía una importante fuerza en el movimiento obrero, no dudó en votar a favor de los créditos de guerra. Le siguió los pasos el socialismo del Imperio Austro-Húngaro. Muchos más críticos fueron los socialistas italianos y franceses. Los italianos en un principio condenan la guerra, pero pronto un grupo se desgaja apoyando la intervención italiana en el conflicto. Entre ellos se encontraba un personaje, Benito Mussolini, que fundó un periódico, Il popolo d'Italia y hace concebir el embrionario fascismo. Los franceses por su parte tuvieron en la figura de Jean Jaurès el mejor opositor a la guerra. Pero el asesinato de éste por el ultranacionalista Raoul Villain el 31 de julio de 1914 enterraba el posicionamiento de este sector del socialismo francés. La constitución de un gabinete de concentración nacional en Francia contó con el apoyo de los socialistas que tomaron varios ministerios. En el caso español, ante la neutralidad del país, el socialismo aunque criticó la guerra mostró inclinación por los aliados, a los que consideraba defensores de la democracia frente al autoritarismo de los imperios centrales. Quizá fue el socialismo ruso quien sacó mejor partido, ya que su táctica de oposición a la guerra les llevó al triunfo de la Revolución en 1917 y a la toma del poder por parte del Partido Bolchevique.


EL ANARQUISMO

El movimiento anarquista había sido muy claro en sus posturas desde sus orígenes ante la guerra. Considerada como una herramienta más de Estados y capitalistas, los anarquistas se opusieron a cualquier tipo de conflicto que enfrentara a pueblos y trabajadores. La guerra era la social, entre explotadores y explotados. Unos posicionamientos que quedaron reforzados tras el Congreso de Ámsterdam de 1907 y donde se vislumbraba ya el horizonte que se teñía sobre Europa.

Sin embargo la Primera Guerra Mundial si generó un pequeño debate en las filas libertarias, pues alguno de los pensadores más destacados del anarquismo mantuvieron posiciones distintas a las defendidas hasta el momento. Si para la inmensa mayoría del movimiento libertario internacional la guerra seguía siendo una herramienta al servicio del poder, para personajes como Kropotkin, Malato o Cornelissen, la situación era distinta. Sobre todo fue Kropotkin quien inició una fuerte campaña en favor de las potencias aliadas. En una carta dirigida a James Guillaume en septiembre de 1914 Kropotkin hace una disertación sobre la brutalidad de los imperios centrales y la necesidad de apoyar a los aliados como única salida para conquistar el socialismo. Kropotkin incluso llegó a escribir en La Bataille Syndicaliste que la oportunidad para el socialismo era inmejorable, incluso haciendo alusión que si Marx quería que triunfase el “socialismo alemán” ellos tendría que luchar por la necesidad de triunfo del “socialismo francés”

No dejó de causar consternación en el entorno anarquista que una personalidad de la influencia de Kropotkin se posicionase así. Pero lejos de generar un debate extenso en el movimiento libertario las voces anarquistas fueron contrarias a la guerra. Además personalidades de la talla de Errico Malatesta o Emma Goldman tuvieron brillantes intervenciones contra el conflicto bélico. En marzo de 1915 se emite un comunicado firmado por personajes como Alexander Berkman, Errico Malatesta, Ferdinand Domela Nieuwenhuis, Emma Goldman, Alexander Shapiro o Pedro Vallina, donde se condena la guerra, el capitalismo y el Estado. Los enemigos no son los pueblos sino aquellos que ordenaba a los trabajadores matarse entre ellos por objetivos que les eran ajenos. Así lo expresa en un momento del comunicado: 


“La propaganda y la acción anarquista deben dirigirse con preferencia a debilitar y desintegrar los diversos Estados, a cultivar el espíritu de rebeldía y a desarrollar el descontento en los pueblos y los ejércitos. A los soldados de todos los países que combaten por la justicia y por la libertad, debemos explicarles cómo su heroísmo y su valor no servirán más que para perpetuar el odio, la tiranía y la miseria. A los obreros de las ciudades, debemos recordarles que el fusil que hoy empuñan sirvió otras veces para fusilarlos en ocasiones de huelga y de legítima revuelta, y que una vez la guerra concluya se volverá contra ellos para obligarlos a sufrir la explotación. A los campesinos, mostrarles que después de la guerra se verán forzados a encorvarse otra vez bajo el yugo para labrar las tierras de sus señores y alimentar a los ricos. A todos los parias, que no deben soltar sus fusiles sin haber ajustado cuentas con sus opresores y tomado posesión de los campos y las fábricas. A las madres, compañeras e hijas, víctimas de la miseria en exceso y de las privaciones, decirles quiénes son los verdaderos responsables de sus dolores y del asesinato de sus padres, hijos y maridos.”

Por su parte, en febrero de 1916 el reducido grupo de anarquistas “aliadófilos” firman un manifiesto donde responsabilizan de todo al Imperio Alemán. Es el conocido como “Manifiesto de los 16”, que tuvo una influencia escasa y que tuvo una respuesta de Errico Malatesta en Freedom, acusándolos de “anarquistas pro-gobierno”.


EL ANARQUISMO ESPAÑOL ANTE LA GUERRA

España permaneció neutral durante la Gran Guerra si bien las industrias de guerra generaron un enorme beneficio a la clase capitalista del país que se lucró con la venta de armamento de forma oficial a los aliados y de forma soterrada a los imperios centrales. Este beneficio económico no repercutió en una mejora para la clase obrera cuyas condiciones fueron cada vez peor y se generó todo un ciclo de fractura social y movilización.

Cuando estalló la Guerra Mundial la CNT volvía a la legalidad tras tres años proscrita. Y curiosamente volvía con más militantes que cuando fue ilegalizada por el gobierno. Y aunque el sindicalismo revolucionario francés estuvo en su mayoría por la paz, fue la CNT la única organización del movimiento obrero que se opuso en bloque al conflicto bélico.

Aunque en España también hubo algún debate entre anarquistas pacifista y anarquistas “aliadófilos”, lo cierto es que los primero tenían aplastante mayoría. Tan solo la voz solitaria de Ricardo Mella apoyó las tesis de Kropotkin que en España no tuvieron la más mínima influencia.

Incluso fue en España donde se organizó y desarrolló un Congreso Internacional por la Paz en la ciudad de Ferrol los días 29 y 30 de abril de 1915. La organización del Congreso la asumió el Ateneo Sindicalista de Ferrol destacando la figura de José López Bouza. El congreso estaba asumido e impulsado por la CNT y contó con el apoyo de las figuras más importantes del momento: Eusebio Carbó, Ángel Pestaña, Antonio Loredo, Mauro Bajatierra, etc. Al mismo estaban convocados diversos organismos y personalidades internacionales. La prensa anarquista española y portuguesa se hicieron eco del evento desde meses antes.

Pero el gobierno español prohíbe la celebración del mismo, al que considera una reunión de “peligrosos anarquistas”. Aun con todo se celebraron dos sesiones, donde participaron delegados españoles, portugueses y franceses. Al congreso se adhieren organizaciones y personalidades anarquistas de Gran Bretaña, Francia, Italia, Argentina, Brasil, etc. La policía procede a la detención y expulsión del país de los delegados extranjeros. La paz fue el tema principal así como la necesidad de organización de una Internacional anarquista y de la reorganización de la CNT. Se tomó el acuerdo de que si España decidiese entrar en Guerra se convocaría una huelga general.

Poco más dio de sí dicho congreso, si bien las consecuencias del mismo marcó el devenir del movimiento libertario. Apenas un año después la CNT y la UGT llegan a un acuerdo por las condiciones de la clase obrera y deciden ir a la huelga. Huelga que se convierte en revolucionaria en agosto de 1917 y que tiene los ecos de la Revolución rusa de fondo.

La fractura social que generó el final de la guerra y las carestías generadas a la clase obrera fue el inicio de un ciclo huelguístico que tiene en la huelga de la Canadiense de 1919 y la conquista de las ocho horas de trabajo el punto álgido.

La guerra finalizó en 1918 y durante años se debatieron los tratados de paz. El mapa del movimiento obrero internacional había variado. El socialismo se había roto y había surgido un nuevo actor, el comunismo. El anarquismo, a pesar de alguna excepción, se había mantenido firme respecto a la guerra. Fue el triunfo de la Revolución rusa lo que generó mayor debate en el seno del anarquismo. Pero es otra historia...


LA MUJER ADQUIERE UN ROL IMPORTANTE

Un siglo atrás millones de mujeres de todo el mundo llenaron los vacíos que quedaron en la sociedad civil, luego que cerca de 70 millones de hombres tuvieran que entrar en la lucha de la Primera Guerra Mundial.

Según la profesora y vicedirectora de Estudios de Posgrado en el Departamento de Historia de la Universidad Rutgers, Belinda Davis, “en Reino Unido, Bosnia, Bagdad, en todo Estados Unidos, Europa, India y África, las mujeres se volverían jefas de familia en proporciones sin precedentes”.

"Las mujeres obtuvieron el derecho al voto durante las hostilidades o poco después en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido; en la República Alemana y en las nuevas repúblicas Soviéticas, y en los nuevos Estados como Austria, Hungría y Checoslovaquia”, agregó Davis.

Estos hechos destacan a la Primera Guerra Mundial como el primer gran enfrentamiento entre varias naciones que afectó a todos los estratos sociales y políticos y fue el primer gran conflicto de impacto global en la historia.

................................................

[1] Extractos de los artículos escritos por Guillermo Iturbide, Mauricio Basterra y teleSUR


Fuentes: 



No hay comentarios: